El juez de la Audiencia Nacional
encargado de la instrucción del sumario abierto
por los atentados del 11 de Marzo, Juan del Olmo, ha
puesto en libertad a tres marroquíes que en su
día fueron presentados como autores materiales
de la matanza. Sostiene la fiscal Olga Sánchez,
y el juez está de acuerdo, que los indicios que
apuntan a la presunta culpabilidad de estas tres personas
son "demasiado endebles".
Deben de ser realmente muy endebles,
porque doy por hecho que tanto la fiscal como el juez
hubieron de evaluar las consecuencias que su decisión
iba a tener. Con ese auto de libertad han demostrado
de un plumazo, para empezar, que en este país
los responsables políticos pueden exhibir a cualquiera
en la plaza pública presentándolo como
asesino sin contar no ya con pruebas, sino ni tan siquiera
con "indicios racionales" de alguna solidez.
Y han evidenciado, en segundo lugar, que ellos mismos
pueden mantener en la cárcel más de tres
meses a personas que, según acaban admitiendo,
no estaba nada claro que tuvieran ninguna relación
con los crímenes investigados.
Dice un proverbio árabe
que, cuando alguien te engaña, la primera vez
es culpa suya, pero que, a partir de la segunda, la
culpa es ya enteramente tuya. Parece sensato. Ateniéndonos
a ese razonamiento, convendremos en que no dan mucha
prueba de sensatez quienes dan crédito a las
acusaciones que lanzan tales o cuales gobernantes -y
a veces también tales o cuales jueces- sin más
garantía que la de su propia palabra.
Se trata de un fenómeno
generalizado. Acaba de probarse en los propios EEUU
que, cuando George W. Bush estableció una relación
directa entre el régimen de Sadam Husein y los
terroristas del 11-S, lo que hizo fue presentar como
hechos probados lo que no pasaban de ser deseos personales
suyos. Mintió, sin más. Como nos han mentido
aquí en un buen puñado de ocasiones.
Esta de ahora es otra más.
Habida cuenta de la reiterada
experiencia, deberíamos todos hacer un ejercicio
sistemático de incredulidad. Yo lo hago, pero
mucha gente a mi alrededor pretende que exagero. "Han
detenido al culpable de tal crimen", me dicen.
Y yo respondo: "Dicen que han detenido a uno que
dicen que fue el autor de un crimen que dicen que ocurrió
en las condiciones en que ellos dicen". Yo, como
Santo Tomás, sólo me creo ya lo que veo
y toco.
Hemos retrocedido enormemente.
Antes, los titulares de las noticias abundaban en "presuntos".
Ahora sólo hay culpables.
Hasta en el siglo XVII los había
más despiertos. Existe una canción satírica
inglesa datada en 1689, titulada Epithalamium. A Wedding
Song, que se subtitula: "Sobre el supuesto matrimonio
del supuesto Príncipe de Gales con la supuesta
nieta del Rey de Francia, supuesto hijo de Louis XIII".
Es obvio que el autor de la canción
sí que había aprendido de la experiencia.
|