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22 de juny de 2004
Novetats  
   
Desconfianza obligatoria
Javier Ortiz
  El Mundo , 21 de juny de 2004
   
 

El juez de la Audiencia Nacional encargado de la instrucción del sumario abierto por los atentados del 11 de Marzo, Juan del Olmo, ha puesto en libertad a tres marroquíes que en su día fueron presentados como autores materiales de la matanza. Sostiene la fiscal Olga Sánchez, y el juez está de acuerdo, que los indicios que apuntan a la presunta culpabilidad de estas tres personas son "demasiado endebles".

Deben de ser realmente muy endebles, porque doy por hecho que tanto la fiscal como el juez hubieron de evaluar las consecuencias que su decisión iba a tener. Con ese auto de libertad han demostrado de un plumazo, para empezar, que en este país los responsables políticos pueden exhibir a cualquiera en la plaza pública presentándolo como asesino sin contar no ya con pruebas, sino ni tan siquiera con "indicios racionales" de alguna solidez. Y han evidenciado, en segundo lugar, que ellos mismos pueden mantener en la cárcel más de tres meses a personas que, según acaban admitiendo, no estaba nada claro que tuvieran ninguna relación con los crímenes investigados.

Dice un proverbio árabe que, cuando alguien te engaña, la primera vez es culpa suya, pero que, a partir de la segunda, la culpa es ya enteramente tuya. Parece sensato. Ateniéndonos a ese razonamiento, convendremos en que no dan mucha prueba de sensatez quienes dan crédito a las acusaciones que lanzan tales o cuales gobernantes -y a veces también tales o cuales jueces- sin más garantía que la de su propia palabra.

Se trata de un fenómeno generalizado. Acaba de probarse en los propios EEUU que, cuando George W. Bush estableció una relación directa entre el régimen de Sadam Husein y los terroristas del 11-S, lo que hizo fue presentar como hechos probados lo que no pasaban de ser deseos personales suyos. Mintió, sin más. Como nos han mentido aquí en un buen puñado de ocasiones.

Esta de ahora es otra más.

Habida cuenta de la reiterada experiencia, deberíamos todos hacer un ejercicio sistemático de incredulidad. Yo lo hago, pero mucha gente a mi alrededor pretende que exagero. "Han detenido al culpable de tal crimen", me dicen. Y yo respondo: "Dicen que han detenido a uno que dicen que fue el autor de un crimen que dicen que ocurrió en las condiciones en que ellos dicen". Yo, como Santo Tomás, sólo me creo ya lo que veo y toco.

Hemos retrocedido enormemente. Antes, los titulares de las noticias abundaban en "presuntos". Ahora sólo hay culpables.

Hasta en el siglo XVII los había más despiertos. Existe una canción satírica inglesa datada en 1689, titulada Epithalamium. A Wedding Song, que se subtitula: "Sobre el supuesto matrimonio del supuesto Príncipe de Gales con la supuesta nieta del Rey de Francia, supuesto hijo de Louis XIII".

Es obvio que el autor de la canción sí que había aprendido de la experiencia.