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"Todo ser humano tiene derecho
a la vida, a la libertad y a la seguridad"
(Art. 3º Declaración Universal de los Derechos
Humanos)
Desde el respeto al espíritu y a los principios
consagrados en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, y con el objeto de manifestar nuestro
rechazo inequívoco de la violencia y nuestro
compromiso con la defensa de las libertades personales,
ante los representantes de nuestro Pueblo reunidos en
Gernika, junto al Arbol que significa para nosotros
el símbolo de la Paz, la libertad y la tolerancia,
en mi condición de Lehendakari, y como expresión
del sentir clamoroso de la sociedad vasca, deseo formular
solemnemente la siguiente Declaración Etica en
favor del derecho a la vida y de las libertades de todas
las personas.
La Paz, un Derecho Humano Universal
La sociedad vasca sufre desde hace demasiado tiempo
las terribles secuelas de una intolerable situación
de violencia que, además de sembrar el dolor
y el sufrimiento, provoca una degradación de
los principios éticos y morales de convivencia
que deben ser el referente fundamental de todos los
pueblos.La convivencia en Paz es el principio básico
y el requisito fundamental sobre el que ha de sustentarse
el ejercicio de todos los demás derechos y deberes
de las personas.
La Paz es, en definitiva, un derecho humano esencial.
La Paz es nuestro principal objetivo, nuestra responsabilidad
individual y colectiva, nuestro derecho como sociedad.
Los vascos y las vascas reivindicamos el derecho humano
a la Paz. Lo reivindicamos para nosotros y para todos
los pueblos, y afirmamos nuestro compromiso activo a
favor de todas las iniciativas dirigidas a incorporar
el derecho a la Paz en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos.
El Pueblo Vasco tiene derecho a la Paz
El Pueblo Vasco tiene derecho a construir su futuro
en Paz. Un futuro en el que quepamos todos. En el que
la reconciliación, la tolerancia y el respeto
mutuo sustituyan al odio, a la imposición y al
rencor.
Queremos construir nuestro futuro desde el respeto y
la defensa de la libertad de pensar y expresar lo que
cada cual quiere para este Pueblo, al que ama como suyo,
sin tener que sufrir por ello el asesinato, la coacción,
el chantaje o la amenaza a su integridad física
y moral.
Un futuro construido desde el respeto a la voluntad
de un Pueblo pacífico, trabajador, abierto y
solidario, que rechaza la violencia y que le exige a
ETA el respeto a la vida y el abandono definitivo de
la lucha armada. Un Pueblo que le insta a ETA a que
deje de interferir en la resolución de los conflictos
políticos, que son competencia exclusiva de la
ciudadanía y de sus representantes legítimamente
elegidos.
Reclamamos, como ciudadanos y ciudadanas de este Pueblo,
nuestro derecho a "vivir en Paz y en libertad",
y a que se respete la vida y la dignidad personal de
todos y cada uno de nuestros semejantes. Queremos gritar
juntos que no hay lugar para la violencia en nuestra
sociedad.
La Paz es el mejor obsequio que podemos ofrecer a las
generaciones futuras. Nos corresponde, por tanto a nosotros,
la responsabilidad de construir una verdadera "conciencia
de Paz" para transformar un escenario de violencia
y de intolerancia, en otro distinto en el que prevalezcan
el diálogo, la concordia y la convivencia.
La Paz y la diversidad de los Proyectos Políticos
La Paz no puede ser obtenida mediante la imposición
por la fuerza de un determinado proyecto sobre los demás,
sino mediante la defensa de la libertad individual para
que todos los proyectos existentes puedan ser propugnados
y desarrollados democráticamente en igualdad
de condiciones.
Es preciso reiterar, una vez más, que la Paz
no reside en ningún proyecto político
concreto sino en el modo de obtenerlo y de defenderlo.
Desde esta perspectiva, constituye un acto de imposición
antidemocrática intolerable que ETA condicione
el cese de la violencia a la consecución de su
proyecto, al margen de la voluntad mayoritaria de los
ciudadanos y ciudadanas vascas; como tampoco es democráticamente
aceptable el condicionar la defensa y la realización
de los proyectos políticos legítimos de
cada cual, a la desaparición de ETA. No es lícito
intimidar a los ciudadanos para que renuncien a su libertad
a cambio de que se les deje en Paz ni posponer el ejercicio
de la democracia al logro previo de la Paz, porque si
así lo hacemos, el referente político,
el timón para la definición de nuestro
presente y nuestro futuro, se lo estaremos dando a ETA.
La construcción de una Paz firme y duradera,
apoyada en la justicia, no puede reducirse, en modo
alguno, a la simple eliminación del adversario,
o a la mera ausencia de violencia. Un sólido
y auténtico proceso de Paz tiene que fraguarse
sobre el compromiso individual y la voluntad colectiva
de respetar la dignidad y la libertad de las personas
y de los Pueblos.
La Paz debe sostenerse sobre la justicia y la democracia
Solamente una Paz sostenida por la justicia y la democracia
es coherente con la dignidad y la libertad de las personas
y de los pueblos.
Ninguna sociedad justa puede aceptar que las ideas y
los proyectos políticos se defiendan a costa
de conculcar el derecho a la vida y la dignidad de los
seres humanos. Y ninguna sociedad que pretenda ser democrática
puede concebirse sobre la idea de que haya miembros
o colectivos de la misma cuyos objetivos políticos,
desarrollados dentro de los cánones y reglas
de convivencia estrictamente pacíficos, sean
desautorizados y tachados de irrealizables o imposibles.
Por todo ello, el camino del diálogo resulta
ser el más adecuado para desarrollar un proceso
de pacificación basado en la búsqueda
de un proyecto consensuado y asumido, sostenido en la
justicia y en la democracia, y que sea la expresión
de la libre decisión de los ciudadanos y ciudadanas
vascas.
Los derechos de las personas, base de la convivencia
de los pueblos
Los derechos de las personas son la base de la convivencia
de los pueblos, y por ello, deben ser reconocidos y
defendidos con carácter básico e independiente
del logro real de ulteriores metas políticas.
Suspender el reconocimiento y el respeto real de estos
derechos humanos hasta alcanzar un hipotético
objetivo político, equivale a instrumentalizar
a las personas y a su dignidad, prostituyendo, de esta
forma, el objetivo que se pretende defender y alcanzar.
Las divergencias sobre el modo de entender los derechos
de los pueblos y su adecuada configuración política
y administrativa, en ningún caso pueden legitimar
la violencia cometida contra las personas, cuyos derechos
fundamentales son, por justicia, la base para la organización
de los pueblos.
Por este motivo, queremos reivindicar la vigencia de
unos principios y unas normas de convivencia social
que todas las sociedades deben garantizar porque son
derechos naturales y consustanciales a la condición
humana. El derecho a la vida, a la integridad física,
a la libertad y a la no discriminación por razones
ideológicas, de raza, de sexo, de religión
ni de cualquier otro tipo, constituyen derechos inalienables
de todas las personas, que en una sociedad democrática
y avanzada, deben tutelarse y ejercerse en condiciones
de legalidad, de seguridad, de progreso, de bienestar
y de solidaridad.
Todos ellos representan categorías del deber
ser que a los poderes públicos y a todos y cada
uno de nosotros, como ciudadanos y ciudadanas, nos corresponde
respetar, garantizar y fomentar, en orden a lograr una
sociedad más justa, más solidaria y, en
definitiva, más humana.
Estos derechos son el norte y la meta de la sociedad
vasca. Constituyen valores de referencia que han orientado
a nuestro Pueblo a lo largo de los tiempos, y que deben
seguir guiando nuestra actividad política y social
en el ejercicio cotidiano de nuestras responsabilidades
individuales y colectivas.
El Pueblo Vasco se asienta en el respeto a la dignidad
humana
Precisamente, el sentido histórico del Pueblo
Vasco se asienta en el respeto a la dignidad humana,
cuyo reconocimiento, plasmado en nuestros Fueros, es
tan antiguo y rotundo que ha sido considerado antecedente
de muchas constituciones.
Así se pone de manifiesto en la famosa Ley XXVI
de nuestro Fuero Nuevo de Bizkaia, disposición
conocida como el "Habeas Corpus Vasco", en
la que se declara que nadie podrá ser detenido
sin el mandato del juez competente,
" ... Que ningún prestamero ni ejecutor
alguno sea osado de prender a persona alguna, sin mandamiento
de Juez competente..." ,
o bien en la Ley XII en la que los representantes de
nuestro Pueblo acordaron, hace ya cinco siglos, bajo
el Arbol de Gernika, que ningún ciudadano pueda
ser objeto de tormento
"... Que a vizcayno alguno no se dé tormento
alguno, ni amenaza de tormento, directa ni indirecta,
en Vizcaya, ni fuera de ella en parte alguna".
Disposiciones que se han repetido constantemente en
todos los códigos vascos y que nos dan testimonio
de que nuestro Pueblo ha tenido como referente histórico
el respeto a la dignidad y a la libertad de las personas.
Reconocimiento y aceptación de la pluralidad
Queremos reivindicar la pluralidad de la sociedad vasca
como un punto de partida enriquecedor, y por eso afirmamos
la necesidad de abordar nuestras legítimas discrepancias
mediante el diálogo, como instrumento que garantiza
la construcción de un futuro para todos basado
en la tolerancia y el respeto mutuo.
Por este motivo, nos hemos congregado para manifestar
que por encima de nuestras legítimas diferencias,
propias de una sociedad plural, estamos de acuerdo en
las siguientes premisas básicas: ·
- La violencia conculca gravemente los derechos básicos
de las personas, supone una agresión al conjunto
de la sociedad, y ataca directamente las bases éticas
y morales de cualquier sistema de convivencia.
- Nuestro Pueblo no puede, no quiere, estar condenado
a vivir sin paz. La violencia es inhumana y contraria
a la dignidad humana. Es fuente de dolor y semilla
de odio. Rotundamente queremos afirmar con Mahatma
Gandhi que "no hay caminos para la paz, la paz
es el camino".
- Los conflictos políticos sólo se pueden
resolver desde el diálogo, el respeto mutuo
y la tolerancia, utilizando única y exclusivamente
los mecanismos que la política y la democracia
tienen para conformar la voluntad de los pueblos.
Nuestro compromiso ético
Convencidos del deber que tenemos como sociedad de abordar
la solución de cualquier problema de convivencia
sobre la base de estas premisas, en este acto simbólico,
- Queremos manifestar nuestro compromiso ético
y cívico en defensa de los derechos y de las
libertades de todas las personas.
- Queremos rebelarnos contra la injusticia y denunciar
·
- Los asesinatos cometidos por el terrorismo sobre
personas y colectivos que son contrarios a sus postulados
totalitarios, y que conculcan el más elemental
y básico de todos los derechos humanos, el
derecho a la vida.
- Las extorsiones y chantajes económicos y
morales, las amenazas físicas y, en general,
la violencia de persecución que limita la libertad
y atenta contra la seguridad de las personas.
- La intolerancia que se sirve de la utilización
del miedo y de la agresión para imponer a los
demás sus proyectos políticos.
- Los atentados a la libertad de expresión
y de pensamiento que persiguen la criminalización
de las ideas legítimas defendidas por vías
pacíficas y democráticas.
- Y todas las violaciones de todos los derechos humanos
de todas las personas.
Ante todas estas situaciones, reunidos en Gernika,
símbolo de Paz y de Libertad para los vascos,
como Lehendakari de la sociedad vasca, y en su representación,
deseo proclamar solemnemente:
Primero. - Nuestro compromiso con la defensa
del derecho a la vida y de las libertades de todas las
personas, como principios fundamentales de la convivencia
social y, en consecuencia, nuestro rechazo a todo tipo
de violencia. El respeto debido a los derechos inviolables
de todos los seres humanos, a su integridad física
y moral, y a su libertad de expresión, constituyen
la única base firme sobre la que asentar una
convivencia auténticamente humana y cualquier
proyecto político legítimo.
Segundo. - Nuestro compromiso de defender y
garantizar el ejercicio de los derechos y de las libertades
de todos y cada uno de nuestros conciudadanos y conciudadanas.
- Libertad para vivir sin la amenaza de la coacción,
de la persecución y del asesinato, de forma que
el conjunto de los ciudadanos y ciudadanas vascas, sin
excepción, tengan garantizados en nuestra sociedad
el ejercicio de todos los derechos humanos que les corresponden
como personas.
- Libertad también, para las ideas, para todas
las ideas. Libertad de opción, libertad de pensamiento,
libertad para elegir y libertad para decidir sin imposiciones
y sin chantajes.
- Libertad para que todos los proyectos puedan ser defendidos,
y en su caso materializados, única y exclusivamente
por las vías políticas y democráticas.
Tercero. - Nuestro compromiso de solidaridad
activa y de reconocimiento ético, político,
social y material a todas las personas que han sufrido
y sufren las consecuencias de la violencia, la intolerancia
y el terrorismo, en cualquiera de sus manifestaciones.
La solidaridad y la cercanía con las víctimas
es una obligación social ineludible, consecuencia
necesaria de la dignidad humana que estamos dispuestos
a defender con absoluta determinación.
Cuarto. - Nuestro compromiso para desarrollar,
además de las medidas legítimas de que
dispone un estado de derecho para defender la libertad
y la seguridad de las personas, cuantas iniciativas
contribuyan a crear las condiciones precisas para lograr
el final dialogado de la violencia, la normalización
política y la reconciliación en el seno
de nuestra sociedad.
Quinto. - Nuestro compromiso con el diálogo
y la no-violencia. Porque la sociedad vasca no pide
a nadie que renuncie a sus ideas, le exige que las defienda,
única y exclusivamente, a través de la
política y de la democracia.
Sexto. - Nuestro compromiso de difundir y transmitir
al mundo entero esta Declaración de Gernika,
para que sea conocido universalmente el verdadero sentir
del Pueblo Vasco. Un Pueblo abierto y solidario que
ha demostrado a lo largo de la historia su firme compromiso
a favor de la Paz, la Libertad, la Justicia y la Dignidad
Humana.
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