Quienes suscribimos esta declaración
somos mujeres de distintas ideologías, tradiciones
y sentimien- tos que, a título personal, y partiendo
desde lo que nos une y desde lo que nos separa, queremos
explorar pasos hacia delante en la búsqueda de
la paz y de la reconciliación.
Con esta declaración no pretendemos
sustituir a nada ni a nadie. Desde el lugar que ocupa
cada una, nuestra única intención es dar
un impulso a la situación actual e intentar ayudar
en la búsqueda de soluciones aseverando que el
diálogo sin prejuicios y sin condiciones es un
buen punto de partida como lo es el respeto a los derechos
de todas las personas.
Trabajar por un presente y un futuro
de esperanza nos obliga a poner en valor una militancia
común al margen de la nuestra propia: la militancia
por la paz ante tantos saboteadores que la paz tiene
siempre en todos los conflictos en los que es necesario
alumbrarla.
Creemos que las mujeres debemos ser,
por lo tanto, agentes activas por la paz y participar
en un nuevo proce-so de esperanza que se debe abrir
en nuestro pueblo.
Hoy por hoy, y dado el modelo social en el que vivimos,
el protagonismo de los hombres y las mujeres no es el
mismo en la vida política de nuestro país.
No obstante, y en tanto que padecemos las consecuencias
de un conflicto político que en nada nos es ajeno,
venimos a reivindicar la participación y el protagonismo
que las mujeres también debemos tener a la hora
de buscar soluciones. Debemos ser sujetos activos de
la solución, al igual que hemos sido sujetos
de lo que hasta ahora ha sucedido.
Por ello queremos que se pueda abrir
una etapa nueva bajo tres premisas básicas:
1) La consecución de la paz es
una exigencia colectiva y una prioridad política.
Es también una tarea de todas y todos y no consiste
únicamente en ausencia de cualquier violencia.
El concepto de paz desde nuestro punto de vista no está
vacío de contenido, sino todo lo contrario. Para
nosotras tiene que ver con la democracia, la justicia
social, con un proceso de cambio que permita a la ciudadanía
dar por concluidos conflictos históricos, cerrar
una página en términos de derechos y libertades.
2) Todos los proyectos políticos
se pueden y se deben defender. No hay que imponer ninguno.
Hay que buscar un escenario democrático que permita
y garantice el desarrollo y la materialización
de todos los proyectos en condiciones de igualdad, por
vías polí- ticas y democráticas.
3) Si la sociedad vasca, la ciudadanía
del País Vasco o Euskal Herria desea transformar,
cambiar o mantener su actual marco jurídico-político,
todos y todas deberíamos comprometernos a respetar
y establecer las garantías democráticas
necesarias y los procedi- mientos políticos acordados
para que lo que la sociedad vasca decida sea respetado
y materializado y, si fuera necesario, tuviera su reflejo
en los ordenamientos jurídicos.
En este sentido, entendemos que también
deberán abordarse los condicionantes que determinan
la diferente participación social de las mujeres
y hombres, a fin de que se ga-rantice la igualdad de
dere-chos y oportunidades inexistentes en la actualidad.
Esto conlleva el reconocimiento de nuestros derechos,
los de las mujeres, y sólo será posible
desde el compromiso firme de todos los agentes partícipes
en el proceso.
Quienes suscribimos esta declaración
creemos que es posible la solución, y pensamos
que para ello todas y todos nos debemos reconocer como
tales, que debemos intentar ver la parte de verdad que
tienen las otras personas. Para nosotras, dialogar es
el paso previo para acordar y ello es fortalecer la
democracia, no debilitarla.
Nosotras no buscamos el éxito
electoral ni la defensa de nuestra opción política,
sindical, social y cultural, no buscamos el aplauso
de nadie ni nos intimida la crítica feroz; nos
anima pensar que merece la pena trabajar por que las
cosas no sigan igual, para hacer creíble el camino
al que siempre hasta ahora se ha tachado de imposible
por quienes no quieren que tenga solución.
Las mujeres que suscribimos esta declaración,
como lo han hecho otras mujeres en otros procesos de
paz, trabajaremos para blindarlo, para que no embarranque,
para que no se frustre. Asimismo, para que las mujeres
seamos parte activa del mismo, para reivindicar nuestro
papel y nuestro protagonismo, tanto durante el proceso
como en la solución. En definitiva, trabajaremos
para establecer las garantías democráticas
que permitan la participación de toda la ciudadanía
fortaleciendo el proceso y su solución.
Por ello hacemos esta aportación, estamos dispuestas
al contraste, al diálogo, al acercamiento, a
la negociación, a poner todo lo que esté
de nuestra parte en la tarea de construir la paz sobre
las premisas que planteamos.
Donostia 8 de abril de 2006
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