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Las apuestas
de la voluntad popular hay que valorarlas desde los
retos objetivos y subjetivos de una sociedad. Y esos
retos son, en nuestro caso, básicamente cuatro:
la pacificación, el modelo de nuevo marco político,
el modelo social y la gobernación. La contabilidad
sólo tiene sentido desde esos referentes. Los
resultados acentúan, por una parte, un mayor
reparto en perjuicio de los polos demasiado fuertes
y, por otra, la necesidad de hablar en todas las direcciones
de los dispuestos a ello. No parece que vaya a ser una
legislatura tranquila ni rutinaria, y su duración
y alianzas están sujetas a procesos parlamentarios,
pero también al eventual proceso externo de pacificación.
Un poco de contabilidad
Desde luego, PNV-EA mantienen la centralidad
y el liderazgo pero tienen motivos de preocupación.
Era el momento de dar el salto definitivo desde el Gobierno
presidido por Ibarretxe y, sin embargo, ha perdido peso
social. Un revés. La suma de PP y PSOE da más
que la coalición, aunque ese dibujo siempre fue
el normal desde 1990, salvo en 2001. Y no obtiene mayoría
relativa ni sumando a EB o Aralar, que empatarían
a 33 respecto al PSE y PP Quizás la coalición
pecó de optimismo plebiscitario y no tuvo en
cuenta que el voto defensivo, del 'no pasarán'
de 2001, tenía mucho de préstamo. Aquéllas
fueron unas elecciones atípicas. Juntaron mucho
y distinto, y no eran repetibles en claves propositivas,
de proyecto concreto. Lo perdido por la coalición
(140.000) ha ido a la izquierda abertzale (los 28.000
de Aralar y los 7.000 nuevos de EHAK) y a la abstención
(unos 100.000). Sin embargo, no hay vencedores estratégicos
-tendencia a largo plazo-, sólo ganadores de
coyuntura.
El gran ganador ha sido EHAK, menos
por las cifras (7.000 votos más que EH) que por
las condiciones muy difíciles en las que las
ha obtenido. Movilizando la solidaridad de la izquierda
abertzale ha sabido superar el listón de EH de
2001, basándose en tres factores: la deriva autoritaria
del Estado, incluida una Justicia que hace el ridículo;
la calculada incoherencia de Zapatero con las candidaturas
de Aukera Guztiak y EHAK y, especialmente, la ausencia
de ETA. En todo caso, la foto es mucho más real
a efectos de representatividad del espacio de izquierda
abertzale que el escenario trucado que estaba montado.
Y además podría tener un papel arbitral.
Otro ganador es Aralar. Simboliza una
izquierda abertzale con otro programa y recorrido. No
consolida nada pero se hace presente; y tiene una oportunidad
para hacerse valer en aspectos doctrinales, de mediación
y gestión.
Sin duda, el PSE también ha ganado,
mejorando su peso y centralidad. Ha superado al PP,
debilita el margen de un hipotético tripartito,
y puede y debe entrar a cotejar con fuerza su texto
de reforma con el del anterior Parlamento. Pero no es
un gran triunfador. 19.300 votos más (ascenso
de 4,8 puntos) no dan para hacer la lectura que ha hecho.
Por un 41% y ahora un punto menos, y encima dividido.
Unos (PSE-EE) jugando con cierta prisa ha demostrado
largamente por el PSC; y los otros (PP), al inmovilismo
numantino. La tesis misma del país de mitad/mitad
sigue sin funcionar, da un 60% de nacionalistas y partidarios
del cambio fuerte y un 40% del inmovilismo (17%) o la
reforma limitada (22%). Con todo, ni color con el dibujo
de hace 4 años. ¿Vamos avanzando! Por
otro lado, el PSE crece a costa del PP, del voto que
el PP le robó cuando aceptó ser su fotocopia
en 1998 y 2001, y muy poco o nada de otras formaciones.
Le tendría que servir a Zapatero -es un balón
para él- para dejar de estar marcado por el PP
en política antiterrorista y de estructura de
Estado, y enterrar la Ley de Partidos. Incluso a Rajoy
debería servirle para bajar del monte del "no"
en el que su ultraderecha le ha instalado. Asimismo,
a pesar de la forma en que se presentó la operación
Aldaketa, no ha servido para ganarle votos significativos
al nacionalismo, aunque sí para hacer emerger
y dar credibilidad a una referencia distinta a las desprestigiadas
e incómodas marcas de Basta Ya! y Foro de Ermua
que, en su lógica anclada de bloques, sólo
apoyaban un gobierno constitucionalista, o sea, implícitamente
al PP, y al que se apuntaron explícitamente los
más kamikazes.
No es verdad que el electorado haya
dado un sopapo al soberanismo o que el plan haya fracasado.
Al contrario, la apuesta ciudadana, primero, es igual
de soberanista, puesto que el descenso de PNV-EA se
compensa con el bajonazo del PP (118.000) y el empujón
del sector que quiere ir bastante más allá
del proyecto del Parlamento Vasco, o sea Aralar y soberanista,
puesto que mientras el PSE gana 18.000, la izquierda
abertzale lo hace en 35.000 y, además en condiciones
desiguales; y tercero, el hecho de que el PSE-EE esté
por la reforma del Estatuto ya le sitúa del lado
de quienes discutirán el modelo concreto de cosoberanía
como resultado del debate entre los soberanismos y los
autonomismos/federalismos. Por todo ello, el texto base
de partida para la discusión del modelo de marco
político no es un folio en blanco sino el más
legitimado y apoyado: el de la mayoría
absoluta de la legislatura anterior.
Pacificación
Esta legislatura debe ser la de la pacificación.
Estos resultados pueden animar a que la profunda crisis
militar y de rol de ETA no se convierta también
en derrota política de la corriente de la que
se reclama. Otegi y ETA, ambos, tienen una ocasión
ideal para profundizar en el 'espíritu de Anoeta',
facilitando que, con una tregua definitiva, se canalice
a corto plazo la cuestión de los presos y la
propia sociedad vasca se dé un futuro propio.
Desde ahí podrá comenzar ese largo proceso
de sosiego, reflexión, reparación, memoria
y recomposición de valores que tanto necesitamos.
El ascenso de la corriente ideológica con la
que empatiza es una ocasión inmejorable para
que ETA haga un definitivo mutis por el foro sin un
escenario de derrota. (Claro que también pueden
pensar lo contrario). Con todo, no es temática
a monopolizar por un Parlamento tan diferenciado. Es
probable que ni la pueda abordar si desde la sociedad
civil y sus estructuras no se abren procesos de encuentro
y hojas de de distensión serían de agradecer.
Proyecto
Esta legislatura debe ser la de un proyecto
colectivo, al menos en Euskadi, y con mayoría
absoluta. Lo que está en debate es la relación
bilateral específica entre Euskadi y Estado y
la cuestión del sujeto; o sea, de la comunidad
nacional, y su derecho de iniciativa y de negociación
para la decisión sobre su modelo institucional
de relaciones con el Estado y de autogobierno. El texto
de partida para reabrir la discusión debe poderse
discutirse desde la A a la Z porque hay nueva composición,
nuevos talantes y nuevas propuestas. Aunque difíciles,
no parecen impensables consensos más amplios
que los de la legislatura pasada, al menos por bloques
de temas. Si el PSE-EE diera, de una vez, el salto del
autonomismo al federalismo de verdad -del que sólo
en la teoría se reclama- no sería imposible
el entendimiento.
Modelo social
El ascenso de fuerzas que se reclaman
de la izquierda (10 puntos más) invita a que
sea una legislatura de contenido social en temas de
vivienda, salario social, enseñanza, sanidad,
medio ambiente o cultura. Que los temas políticos
interfieren es una obviedad, pero que se sacrifiquen
los derechos de los más débiles a las
dinámicas del perro del hortelano sería
imperdonable.
La gobernación
La gobernación de gestión
es el tema más complicado pero no el más
importante, y el sistema está suficientemente
engrasado como para que funcione. La gobernabilidad
del conjunto de temáticas ya es otra cosa más
profunda y decisiva.
No parece probable un gobierno a la
catalana -del actual tripartito con el PSE-, sin que
la cuestión del sujeto estuviera canalizada previamente.
No parece probable un Gobierno con la ilegalizado Batasuna
o con EHAK, sin una tregua definitiva de ETA. Y no es
por problemas de legitimidad. Al fin y al cabo, fue
el PP el que legalizó a EHAK y Zapatero el que
lo bendijo a efectos de una rentabilidad electoral para
su propio partido. Y ¿claro! no se entendería
que, a efectos estructurales de una institución,
EHAK sea legítimo y a los del mero funcionamiento
democrático sea ilegítimo. ¿No
hagan más el ridículo! El obstáculo
está en los modelos ideológicos de referencia
y el despistante 'cocidito' (gran ruido) que ello generaría.
Sólo me imagino un tripartito
(con un acuerdo estable con Aralar) o un cuatripartito
(con Aralar), en minoría, y con acuerdos, estables
o puntuales, sea con EHAK o con PSE. No es cosa sola
de las dos almas del PNV (Imaz y Egibar) con Ibarretxe
de líder, sino también de las otra del
PSE (redondistas, vasquistas con su 9% e intermedios
oficialistas) y de la izquierda abertzale clásica
(anoetistas, duros y militaristas). La lucha de líneas
tiene la palabra; el país, el derecho a que lo
arreglen en progreso.
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