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29 de febrer
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Monolingües todos
Quim Monzó (La Vanguardia, 8 de novembre de 2002)
   
 

Días antes del desplome de la escalera, en "Operación Triunfo" riñeron a la concursante Beth Rodergas por hablar en catalán en una conversación telefónica con su madre. De las explicaciones dadas destaca la que arguye que el programa se ve en Albacete. Lo cual es un insulto para Albacete, porque presupone que los albaceteños son incapaces de comprender que, en otros lugares, otras gentes hablan otros idiomas. Si yo fuese de Albacete, presentaría hoy mismo una queja formal contra "Operación Triunfo", por menospreciarme.

Creo que fue a finales de los sesenta cuando, en el programa "Un millón para el mejor", tras superar una a una las pruebas, un concursante catalán llegó a la última. Y entonces sucedió que la prueba consistía en mirar a cámara y dirigirse a sus padres, que estaban viendo el programa desde casa. Al concursante en cuestión se le planteaba un dilema, porque los tiempos tampoco eran buenos para la pluralidad lingüística y podía suceder que, por hablar en lo que no debía, a punto de ganar se lo cargasen. Pero el hombre miró a cámara y se dirigió a sus progenitores, de forma que toda España le escuchó hablando catalán y nadie contrajo la erisipela, ni el botulismo, ni hubo suicidios colectivos en Despeñaperros. Al acabar, el presentador Joaquín Prat tradujo al castellano lo que el concursante había dicho y santas pascuas. Eran tiempos en los que, con aires de cambio en el horizonte, todos se las daban de demócratas.

Ahora ya no necesitan disimular. Y es una lástima, porque este tipo de programas que supuestamente reflejan la realidad sería una vía para mostrar la realidad lingüística, en vez de manipularla. Sergi Pàmies escribió hace años dos artículos pidiendo que todas las televisiones autonómicas pudiesen verse desde cualquier punto del Reino; no por satélite, sino con la misma facilidad con la que vemos TVE o Tele 5. Pàmies opinaba que sería una forma de disipar recelos y evidenciar a la España del ombligo que si en Cataluña aún hay gente que habla catalán no es para chincharles sino porque esa es su manera habitual de expresarse.

Pues nada de eso. En vez de ser un instrumento de pedagogía lingüística, estos últimos años las televisiones han convertido las lenguas en un problema. En una edición anterior de "Gran Hermano", un día llamaron al confesionario al vasco Koldo, y le pasaron una grabación. Era la voz de una mujer. Koldo la escuchó con cara de desconcierto. Al acabar, Mercedes Milá le preguntó qué tal. Koldo le dijo que de quién era la voz. Milá se sorprendió: "¿No la has conocido? ¡Era tu madre!". Koldo se quedó frío. No la había reconocido porque su madre y él hablan en vasco, y en "Gran Hermano" alteraron esa normalidad para no molestar no se sabe bien a quién. Koldo se echó a llorar y se escondió en el váter. Y, en una pregunta en "¿Quiere ser millonario?", una concursante decidió usar el comodín de la llamada. Creo que telefoneó a su casa. En cuanto oyó que hablaba en catalán, el público del plató se puso a abuchearla.

Para evitar en el futuro sorpresas de ese estilo, la solución es que, en todos los concursos televisivos españoles, sea condición sine qua non ser castellanohablante monolingüe. No es necesario ni que se diga. Basta con tener más mano izquierda en los castings, que para eso están. De esa forma, con la alegría que las caracteriza, las televisiones españolas podrán seguir compaginando la boga de la multiculturalidad con la xenofobia que practican.

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