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24 de desembre de 2003
Novetats  
   
Es difícil hablar en catalán un día entero
Josep Maria Huertas Clavería
 

La Vanguardia, 24 de desembre de 2003

   
 

El ciudadano Esteve Perpinyà i Perpinyà decidió, ya hace más de un año, que quería vivir en su país hablando únicamente en catalán. "El primer día me costó un montón. Has de reenfocar tus relaciones. De repente te pones a hablar en catalán con conocidos a los que siempre has hablado en castellano. Ellos se sorprenden, pero acaban por seguirte el juego. Cada uno habla en su lengua, aunque algunos, que son catalanes, también se pasan al catalán. Me supuso un sobreesfuerzo comunicativo: derrochaba simpatía, buscaba adjetivos que fuesen diáfanos...".

Esteve Perpinyà tiene 37 años y es un hombre dinámico al que atraen los retos. Es archivero en la Universitat Autònoma y alcalde de su pueblo, Pardines, aunque vive en Barcelona, a 125 kilómetros de ese rincón de la Garrotxa.

"No he perdido ningún amigo. Lo que he descubierto es cuán difícil es vivir un día entero hablando solamente en catalán -dice-. A veces, cuando creo que todo ha ido sobre ruedas, llego al supermercado a buscar unas piezas de fruta y la dependienta, que ha llegado de algún país de Sudamérica, aún no comprende el catalán, y he de señalarle las manzanas o las naranjas e indicarle con los dedos cuántas quiero comprar", explica con un tono entre didáctico y convencido.

De hecho, Esteve Perpinyà i Perpinyà -uno piensa que con estos apellidos estaba predestinado- no hace más que llevar a cabo algo que el pensador y profesor de filosofía Josep Maria Terricabras comentaba en su estimulante libro "Raons i tòpics" (La Campana, 1991): "És just reivindicar que, tal com a Catalunya s'hi pot viure només parlant castellà, també s'hi pugui viure només parlant català".

Pero en Barcelona la encuesta de población metropolitana dejó claro que el 50% de los ciudadanos considera el castellano su lengua, mientras que tan sólo lo hace el 29% con el catalán, aunque haya un 13% que se define como bilingüe.

Terricabras no se sorprende por esas cifras. "En Girona, donde doy clases, hace unos años, era extraño tropezar con dos alumnos que hablasen en castellano; hoy en día es de lo más normal".

Lluís Sarri, un profesor de literatura, añade que en su colegio "los libros son en catalán porque así está establecido, pero son bastantes los profesores que imparten la asignatura en castellano. Cuando el director les recuerda que han de aprender el catalán, siempre se excusan con que el año que viene lo harán". Y la inspección no ejerce.

Escena en un vagón de un metro de la línea de Horta. Cuatro mujeres y un hombre comentan cosas sobre un hijo de una de ellas y lo hacen en catalán. Son cuarentones. En el banco de enfrente dos chicas y un chico hablan de la enfermedad de un amigo y lo hacen en castellano. Algunos de los cuarentones seguramente aprendieron en castellano en la escuela; los jóvenes preocupados lo han hecho en catalán.

Pero el uso social del castellano es mayoritario hoy entre la gente joven, para unos porque es el idioma familiar; otros porque se pasan del catalán al castellano por comodidad.

Jordi Porta preside una entidad, Òmnium Cultural, que nació para defender la lengua catalana en tiempo de dictadura. Cuentan con 15.600 socios, pero la edad media es de 40/50 años; pocos jóvenes se apuntan, aunque quiere impulsar una campaña de afiliaciones. Está convencido de que falla la militancia catalanohablante. "Enseguida nos pasamos al castellano cuando el interlocutor nos habla en ese idioma. Un inmigrante argentino que trabaja en un bar me comentaba que no encontraba cursos para aprender catalán -realmente hay más demanda que oferta- y que siempre se le dirigían en castellano aunque él intentaba chapurrear el catalán", comenta Porta.

Persona positiva por naturaleza, Porta cree que también hay ejemplos positivos, como el de aquellos antiguos inmigrantes que con sus padres siguen hablando en castellano, pero utilizan el catalán con sus hijos, educados en esa lengua.

"En Suecia hay sesenta horas gratuitas y obligatorias para aprender el sueco", argumenta como buscando soluciones al problema. Pero, claro, Suecia es un estado y puede obligar. Aquí la normalización ha fracasado cuando ha intentado imponer el catalán, "aparte de las campañas furibundas que esas tímidas ideas han suscitado en un estado, el español, centralista hasta la médula, aunque disimule".

Explica otra idea más próxima y factible: las parejas lingüísticas. Consiste en "adoptar" a un recién llegado para enseñarle el catalán. Funcionan actualmente 45 parejas en Vic, y desde Òmnium estudian repetir el ejemplo en Badalona e Igualada.

Las causas del descenso del uso social del catalán son complejas. Están las familias llegadas de todas las regiones de España que nunca necesitaron aprender otra lengua, el clima ambiental poco favorable y también una actitud intelectual que ha menospreciado el catalán, aparte de campañas contra su supuesta imposición contra el castellano.

Está también la teoría del prestigio de publicar en un idioma u otro. Un historiador animaba a otro a escribir una novela que tenía pensada, pero consciente de que su amigo era catalanista, le aconsejaba hacerlo en castellano, por la mayor difusión.

Esteve Perpinyà, el ciudadano que vive el día entero hablando en catalán, pertenece al bando de los optimistas. "Todo es cuestión de proponérselo".

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