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El canal de televisión
"progresista" que deseaba crear el demócrata
Al Gore, en un intento por hacer frente al ultra republicano
Fox News, se ha ido trasformando en un canal de noticias
únicamente para jóvenes, lo que un asesor
del equipo del presidente George W. Bush calificó
en la revista "Ad Age" como "una mezcla
de CNN y MTV para una audiencia
joven y guay".
No es exactamente lo que pretendía
Gore -que apoya en las primarias demócratas a
Howard Dean, el candidato "antiguerra"- cuando
se propuso corregir la derechización de los canales
de noticias por cable arrastrados por el canal Fox News,
que posee Rupert Murdoch. Pero la cruda realidad de
la TV privada en EE.UU. -coinciden en ello muchos expertos-
es que los grandes anunciantes no financiarán
un canal de centroizquierda. "Una TV liberal (progresista)
moriría en el acto", dijo el citado colaborador
de Bush.
Gore, que consiguió más
votos que George Bush en las disputadas presidenciales
del 2000, se reunió la semana pasada con Barry
Diller, el nuevo magnate de Internet, para negociar
la compra de un pequeño canal de noticias por
cable canadiense, Newsworld International, por un precio
estimado de 70 millones de dólares. Este canal
pertenece al grupo multinacional Vivendi, que sigue
en fase de "adelgazamiento" tras acumular
una deuda de 20.000 millones de dólares. Diller,
que busca deshacerse de su paquete de acciones en Vivendi,
sigue vetando la venta de Newsworld porque -según
explico "The New York Post- "quiere usar el
veto para tener más fuerza en las negociaciones
con Vivendi".
Sin embargo, dada la rápida evolución
de la venta de activos de Vivendi (General Eléctric
acaba de comprar sus empresas de ocio), es probable
que Gore y su grupo lleguen a un acuerdo con Diller
para comprar Newsworld, que cuenta con 20 millones de
suscritores y entre cuyos anunciantes figuran General
Motors y Expedia.com, la agencia de viajes electrónica
que pertenece a Diller.
Pero ser propietario de un canal de
televisión cuya financiación depende de
los ingresos publicitarios no significa ni mucho menos
ser dueño de su contenido. "Se habla de
un mercado de ideas en los medios, pero el mercado que
importa de verdad es el de la publicidad y ningún
anunciante colocará sus anuncios en un canal
que critique a las grandes empresas o que hable de la
guerra sin que se ondee la bandera estadounidense",
dice Jim Naureckus, del Instituto de Seguimiento de
Medios, Fair, en Nueva York.
Esto es así, pese a que una cultura
disidente está creciendo de forma sostenida en
Estados Unidos, manifestada tanto por el éxito
inesperado de Dean como en las ventas millonarias de
libros y películas de activistas como Michael
Moore, director de "Bowling in Columbine",
o Al Franken, cuyo libro anti-Bush "Mentiras"
es un best-séller. Desde el 11-S todo indica
que existe una polarización política en
EE.UU., que la Fox ha aprovechado ampliamente por un
lado, pero que queda desatendido del otro. E incluso
canales por cable supuestamente centristas como CNN,
propiedad de Time Warner, y MSNBC, que pertenece a General
Electric y Microsoft, han fichado a tertulianos "ultra"
para arañarle audiencia a la Fox.
Gore y su equipo tratarán de
convertir un canal "alternativo" para jóvenes
en un caballo de Troya político con un mensaje
critico y una programación satírica, dice
Naureckas. Pero como reconoció con una franqueza
asombrosa Paul Rittenberg, vicepresidente y responsable
de marketing de la Fox, a una revista especializada,
"el problema es que si estás relacionado
con ideas progresistas, no vas por el camino que interesa
a los anunciantes".
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